Travesuras, mal comportamiento…¿Tengo un hijo hiperactivo?

Se estima que entre un 3 y un 7% de los niños en edad escolar presenta un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), y en los últimos años parece que este procentaje cada vez se incrementa más. ¿Por qué cada vez hay mas casos? ¿En qué consiste exactamente tener el TDAH?

Vamos a intentar poner un poco de orden…El TDAH se encuentra dentro del DSM-V (algo así como el manual de cabecera de los psicólogos donde se encuentran registrados todos los trastornos) como un trastorno del neurodesarrollo, esto significa que el cerebro presenta un retraso o alteración en alguna de sus funciones, en este caso la corteza prefrontal, entre cuyas funciones destaca la organización y planificación de acciones, autocontrol, solución de problemas…

 

¿Por qué ocurre?

No existe una causa determinada. Existen diferentes factores que influyen en su manifestación, como los factores genéticos. Es decir, existe una predisposición genética (sobretodo en niños más que niñas) pero dependerá de los factores de riesgo que se manifieste el trastorno.

En nuestro cerebro tenemos unas sustancias llamadas neurotransmisores que regulan la atención, motivación, aprendizaje, regulación de la conducta, sensaciones de placer…que son la dopamina y noradrenalina. Los niveles de estas sustancias están muy bajos y es por eso que a estos niños les cuesta mantener la atención, controlar sus impulsos, aplicar lo aprendido…

¿En qué consiste?

El TDAH se puede manifestar de diferentes formas en cada niño, pero hay algunos requisitos imprescindibles para su diagnóstico como:

  • Que los síntomas se manifiesten antes de los 12 años.
  • Que los síntomas se den en dos o mas contextos diferentes: es decir, que el niño tiene que mostrar síntomas de inatención, hiperactividad/impulsividad en casa y en el cole por ejemplo.
  • Los síntomas tienen que producir una interferencia significativa en el funcionamiento social, académico, laboral…

Aparte de esto hay diferentes perfiles del trastorno, y aunque popularmente se tenga la imagen del «niño hiperactivo» como el niño que no para quieto, no calla y no es capaz de concentrarse en nada, se pueden dar casos de niños con problemas de atención que no tienen conductas hiperactivas ni impulsivas, de hecho, hay un perfil totalmente opuesto que se refleja en el niño que está en su mundo, pensando en sus cosas, puede pasar desapercibido en clase porque no llama la atención pero está siempre «en las nubes».

¿Y qué pasa de adultos?

De adultos el TDAH no desaparece pero se transforma. Muchos de los adultos que recibieron tratamiento de niños habrán aprendido estrategias para compensar aquellas áreas que tienen más deficitarias, y los mayores problemas suelen encontrarse a la hora de planificar conductas, organizar su día a día, suelen aburrirse con más facilidad…

Aunque antes de llegar a este punto, cuando son adolescentes también se producen cambios, y suelen mostrar también problemas de organización y desorden, bajo rendimiento escolar, distracción habitual…que si no se trata puede ser peligroso ya que al tener un déficit de dopamina (sustancia de nuestro cerebro que nos ayuda a estar atentos y nos produce felicidad) la pueden buscar en otras sustancias que la aumentan como las drogas.

¿Cómo solucionarlo?

Es fundamental y necesario detectarlo y tratarlo cuanto antes. Se debe intervenir con la familia, con el colegio y con cualquier contexto del niño donde se produzcan interferencias graves.

Dentro de las intervenciones eficaces se encuentran:

  • Medicación: actúa elevando los niveles de dopamina y con ello enseguida se observan mejoras en los niveles de atención, pero estos cambios no son duraderos a largo plazo y en cuanto se suspende el tratamiento recuperan los síntomas. Por sí solo no es efectivo.
  • Intervención psicoeducativa: se trabaja con el niño y su entorno, es decir, familia y colegio. Requiere más  esfuerzo pero los cambios son duraderos a largo plazo, el niño aprenderá estrategias que le servirán a lo largo de su vida, además también existen problemas secundarios a este trastorno, como problemas de estudio o de relaciones sociales, donde también es necesario intervenir.
  • Intervención combinada.

¿Por qué cada vez hay más casos?

Hay muchos debates y polémicas sobre el sobrediagnóstico o no del TDAH, el abuso de la medicación, e incluso la invención de este trastorno. En mi opinión, si que hay un sobrediagnóstico de TDAH:  los niños se distraen, no paran quietos en muchos momentos, se aburren, se dejan llevar por sus impulsos con más facilidad, además puede haber épocas de estrés, desmotivación o problemas familiares que aumenten estas conductas, por eso es necesario hacer una buena evaluación, no diagnosticar basándose en una simple entrevista, y recoger información y pruebas del niño y todo su entorno.

Se les etiqueta como niños que como no se adaptan a la clase y «dan guerra» hay que cambiarlos, o muchas veces es al contrario, y como son niños que están en su mundo y no molestan, pasan desapercibidos y no se les presta la ayuda necesaria.

Muchos niños diagnosticados con TDAH probablemente tengan problemas de conducta, o simplemente sean niños, que como es normal necesitan actividad y pueden ser algo mas «movidos» de lo normal. El criterio que debe guiarnos para tratar a un niños o no debe ser el sentido común y no las etiquetas: es decir, si existe un malestar significativo en el niño o en su familia, se deberá consultar a un profesional que se encargue de valorar la situación y aplicar la intervención mas adecuada en cada caso.

Elena Acevedo, psicóloga sanitaria

Palencia&acevedo psicólogos